30.6.12

Crítica: God Bless America

Es muy probable que esto se malinterprete, pero Bobcat Goldthwait me atrajo desde niño. El personaje que interpretó en Police Academy 2 y 3 me fascinó por sus gritos y por su incorrección imposible. El tipo mordía bananas con cáscara, utilizaba gas pimienta para drogarse y no dejaba dormir a nadie batiendo sus bongós. Todo esto, por supuesto, siendo alumno de una academia de policía. Más acá en el tiempo, supe que el buen Bobcat era un cómico-frontera, siempre al borde del abismo por la carga y el tono de sus ensayos humorísticos, cuestión que lo fue corriendo hacia la banquina en la autopista mainstream. God Bless America supone un volantazo en su vehículo. ¿Hacia dónde? Ya veremos.
Frank (Joel Murray, afilado hermano del tigre Bill) transpira hartazgo las 24 horas del día. Por cada botón que aprieta en su gastado control remoto, sus huevos se hinchan un 10% más. Aprieta el botón 10 veces, observa 10 ejemplos típicos de televisión gusana y -con su capacidad testicular al límite- cierra los ojos, respira y sale a matar al horrible bebé de sus vecinos. Todo esto en 10 minutos maravillosos, de ésos que nos hacen frotar las manos imaginando el resto. El resto involucra una enfermedad terminal que ceba los deseos justicieros de nuestro protagonista, como si un cáncer en el encéfalo nos otorgara la licencia para matar perfecta y nos evitara transcurrir penosos juicios ó insoportables jornadas a la sombra. El móvil no es despreciable: Los pendejos de la tele son insoportables, y también lo son sus papás y los columnistas políticos que moldean sus opiniones con la misma facilidad con la que Diablo Cody se recibió de transgresora.

Nuestro antihéroe planea un crimen espectacular que no se define del modo esperado y lo convierte en un Mickey Knox básico (en cuanto a técnica) al que tarde o temprano le llegará su Mallory, en forma de lolita en ciernes y con una historia pasada que creemos a medias por que su mirada y su entusiasmo nos dicen otra cosa. Allí va entonces nuestra yunta insatisfecha, atravesando la américa profunda, liquidando personajes superficiales y bastante intrascendentes como -por ejemplo- un pancho que estaciona mal su Porsche y ocupa dos espacios destinados a embarazadas y paralíticos.

A esa altura del concierto, empezamos a pensar que la cruzada que lleva adelante Frank pide a gritos un cadáver más grande e importante que los que ya se cargó, y lamentamos confirmar que obtenemos dicho fiambre, pero el verdugo no es precisamente Frank. Un intento redimitorio surge sobre el final, cuando el protagonsita se enfrenta al coloquio vanidoso del jurado de American Idol. Allí confirmamos que el viaje fué entretenido pero que el desenlace no podía ser otro, pues los valiosos minutos previos los transcurrimos en calcetines, debatiendo a quién matar, y sin matarlo en absoluto.

God Bless America no es mala, de hecho es bastante buena. Pero pudo ser una de las comedias (no sátiras) más audaces de los últimos años y no lo fué. Eso nos puso mal. Ah, y también nos hubiese encantado ver a la pareja central del relato manteniendo relaciones íntimas, sobre todo después de escucharlos hablar mal de Woody Allen y su tendencia a voltearse chiquilinas y vivir la vida y disfrutar el cuerpo mientras se tengan cartuchos.

FREAK
Daniel Celina.

God Bless America (2011, USA). Escrita y Dirigida por Bobcat Goldthwait. Con Joel Murray y Tara Lynne-Barr. Fotografía: Bradley Stonesifer. Montaje: David Hopper y Jason Stewart. Sonido: Robert Jackson.
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