Muchos son los retratos que dibuja el cine de terror en base a los adolescentes. Y podemos decir que siempre su papel es el de víctimas de algún loco con cuchillos, motosierras y guantes con filos. ¿Pero que pasa cuando el mismo miedo viene de una juventud perdida al mejor estilo La naranja mecánica?
Una pareja inglesa decide pasar el fin de semana en una lejana comunidad que fue el lugar de infancia de nuestro protagonista masculino. Allí en un apacible lago se toparán con un grupo de adolescentes cuyas intenciones son bastantes diferentes que las que anhelan los felices tortolitos.
La mayor virtud de la película es ir generando este enfrentamiento en un modo minucioso y lento donde el espectador no hace más que ser testigo como la intolerancia y el odio se convierten en la peor pesadilla.
Por supuesto que veremos tripas, sangre y gore pero eso no quieta que se pueda ver un costado casi de análisis social en cuanto a lo que podemos esperar de familias criadas sin amor, educación y en medio del desempleo y el alcohol.
Los actores se lucen y hacen creíble tanta miseria de la condición humana. Un film excelente, recomendable y con una cuantas lecturas más allá del terror convencional que se puede ver en primera instancia. Formal, realista, sofocante, sangrienta y por sobre todo entretenida. Un debut para tener en cuenta.
Bonus Track
-A la actriz la tenés vista en esa comedia que transcurría en Barcelona, donde varios europeos convivían en un departamento, que en Argentina se llamó Piso compartido.
Patricio Kozow.