3.9.09

Crítica / Bastardos sin gloria (Inglorious Basterds), de Quentin Tarantino

Quien esto escribe es un declarado admirador del cine de Quentin Tarantino, alguien que tiene a Pulp Fiction como su película favorita, por haber clavado una bisagra en el cine contemporáneo, por ser la más fiel representante de la posmodernidad, por ser una gran historia contada a través de personajes inigualables, por estar dirigida con una precisión y un amor por el relato poco habitual.

Desde aquellos hoy lejanos mediados de los años 90, quizás QT no haya realizado un film superior, más allá de las grandes instancias logradas con las dos Kill Bill, o con esa gangsteril fiesta de delirio mafioso de Jackie Brown, o la demencia vintage de Death Proof.

Este preámbulo, más catársico que necesario, viene a cuento para decir que, bueno, Bastardos sin gloria puede que sea el trabajo menos logrado de Tarantino en términos de peso cinematográfico, en lo que respecta a su lugar de contador de historias y, sobre todo, como diseñador de los mejores diálogos del cine desde fines del siglo XX. Claro que esto no quita que estemos ante otro de esos trabajos que forman parte de la otredad, que puede darse el lujo de mirar al resto por arriba del hombro, y con justeza.

La historia nos coloca en medio de la segunda guerra mundial, en la Francia ocupada por los nazis. Allí, un freak justiciero que trabaja para los aliados, Aldo Raine (Brad Pitt) comanda un grupo de ejecutores (los bastardos del título) cuyo fin es asesinar nazis y, a modo de bonus track, arrancarles las cabelleras.

Junto a Raine/Pitt, se destaca, más que ningún otro, un miembro de la banda que apalea a sus víctimas con un bate de baseball hasta reventarles el cráneo. Un personaje prototípico de la factoría Tarantino. Un border que a poco de comenzar el film se ubica entre lo más destacado y paradigmático del relato.

Asimismo, del lado del III Reich, el tenebroso coronel Hans Landa (excepcional Christoph Waltz), denominado  "Cazador de judíos", es rápidamente designado como el archienemigo del dream team. Paralelamente, una joven que busca vengar el asesinato de su familia y una diva alemana que se pliegua a la causa de los buenos, amplían la tropa de nuestros héroes, que deben esforzarse contra el carnicero de marras, quien a medida que avanza la guerra radicaliza su ferocidad.

Tarantino planteó un film extenso, con claras divisiones entre los momentos dominados por los diálogos y aquellos en los que la acción se hace excluyente. Y como en ningún otro de sus opus, tenemos un pequeño abismo entre una y otra parte; la acción es descomunal, con un nivel de despliegue que encuentra su clímax en la última media hora, donde el autor no se contentó con contar una historia sobre la guerra, sino que fue mucho más allá, y cambió el transcurro de los hechos para entregarnos una versión absolutamente libre y sobreficcionalizada de lo que ocurrió. Y le sale tan bien que el éxtasis es, felizmente, demasiado grande.

Por otro lado, si en Death Proof los diálogos por momentos podían sentirse extensos, aquí la apuesta fue redoblada, haciendo que más de un pasaje se vuelva denso en palabras, sin la contundencia posmo de la gran charla sobre las hamburguesas de Pulp Fiction, o las líneas sobre Madonna de Reservoir Dogs, por citar sólo dos ejemplos de intercambios de oralidades que ya están en la historia.

Sin embargo, pese a eso, y debido a que el que pega último pega mejor, la forma en que se desencadena el relato sobre el final, hace que cualquier espectador con facilidad para el disfrute de la violencia adrenalínica salga del cine con una sonrisa enorme, de esas que aseguran un buen recuerdo, una cruz más en la lista de películas a recomendar, un tilde en otro título de la filmografía del director que, hasta ahora, no hay forma de echarle en cara que nos haya defraudado.

Bonus Track
-Casi como un sueño cinéfilo-freak-retro-demasiado-vintage, Quentin Tarrantino se encuentra trabajando en lo que sería dentro de un par de años la remake del clásico de clásicos sexplotation de Russ Meyer: Faster Pussycat, Kill! Kill!

FREAK
Daniel Castelo.

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