El cine de terror llegado desde Europa tiene siempre un atractivo extra, un bonus, al menos en cuanto a la promesa de algo distinto, de romper aunque sea en parte con la monotonía cuasi religiosa que Hollywood le ha impuesto incluso a sus propuestas renovadoras.
Pero no siempre se da lo que uno espera. O mejor, no siempre uno tiene en cuenta que lo más probable es la decepción, la destrucción de la ilusión. Y con Waz, mal que nos pese, sucede más o menos eso.
Porque la historia, que apunta a darle una vuelta de rosca a las eternas (aunque cada vez más limitadas) vueltas de tuerca del género, no es otra cosa que más horror quirúrgico, pero made in England.
La cuestión en Waz tiene que ver con estudios de ADN, con genética, con intrincadas explicaciones científicas y, de hecho, con un asesino que despelleja a sus víctimas siguiendo uno de esos patrones a los que tan afines son los guionistas de fórmula que trabajan para la industria.
Un policía, dos, un asesino, varias víctimas, mucha sangre. Pero sobre todo, también, una deuda grande con la casi referencial Saw, con mucho de lo que vino después y quizás hasta con lo que vendrá (dos nuevas secuelas de la susodicha para estos próximos tiempos). No más que eso, lo cual puede que sea suficiente para alguna trasnoche de zapping por los canales de cable, pero si hablamos de cine, mejor sigamos de largo.
Waz (ídem) Gran Bretaña. 2007. 104´ Dirección Tom Shankland. Guión Clive Bradley. Montaje Tim Murrell. Foto Morten Saborg. Música David Julyan. Con Stellan Skarsgård, Barbara Adair, Selma Blair, Melissa George.
FREAK
Daniel Castelo.

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