30.7.09

Crítica / Enemigos públicos, de Michael Mann

Olvidémonos de Johnny Depp, de su lugar de actor fetiche de Tim Burton (con quien tuvo sus mejores personajes), de su omnipresente ubicación en la grilla del Hollywood de hoy, de su sex appeal irresistible para propias y extrañas, de su fino calibre actoral. En fin, dejemos de lado al protagonista de Enemigos públicos y centrémonos en el film que lo rodea.

Quizás no estemos ante una de las mejores películas de Michael Mann; allí podríamos contar trabajos como The Insider, Collateral, Heat, o la serie Crime Story (aquella con el gran Dennis Farina). Sin embargo, hay semillas de verdad en esta historia sobre John Dillinger, uno de los criminales más sobresalientes en la historia de los Estados Unidos, que tuvo su momento de gloria allá por los años ´30 del siglo XX, en pleno crack financiero.

El film comienza con la salida de prisión del caballero de marras, ayudando en su partida al escape de amigos y colaboradores. Acción, tensión y violencia en una secuencia de oro cinematográfico, plena de irrebatible pericia a la hora de plantear un momento de vértigo.

El derrotero del ladrón de bancos que nos cuenta Mann sigue con una pulcra descripción de sus atracos (en los que siempre caían las instituciones pero nunca sus ahorristas), su despiadada lucha contra la ley y el orden, y su potente historia de amor con una señorita que atendía un guardarropa.

La película, filmada en digital, lo que en parte le hace perder algo del glamour pretendido por la historia aunque a la vez gana en realismo durante algunas escenas de tiroteos, centra su atención en el plano de la acción, en los episodios violentos protagonizados por Dillinger y sus secuaces, principalmente en los que lo enfrentaron a su claro antagonista, el oficial Melvin Purvis (a cargo de un Christian Bale bien lejos de los susurros de Batman).

Se destaca el uso del sonido, que en los momentos de acción le imprimen una virulencia casi religiosa, un bombardeo al parato auditivo, especialmente bienvenido en época de virtuosismo light. Casi podría decirse que Mann apostó por lo salvaje, más allá del preciosiso en la imagen, de la fotografía perfecta del genial Dante Spinotti y de un montaje trepidante.

¿Y en contra?
El film está muy por encima del promedio de Hollywood, de esa medianía en la que han caído las producciones de, incluso, los realizadores destacados de la industria. Pese a esto, Mann eligió no contar demasiado sobre el Dillinger humano, eligió poner el foco en el personaje de acción, en el villano heroico, en el gran Houdini que una y otra vez burló a la ley. Su relación con la bella Billie Frechette es apenas una anécdota sobre sus dotes de caballero, sobre su impronta de macho aguerrido pero enamorado, aunque no mucho más que eso. Sin embargo, lo poco que nos cuenta el relato sobre la relación, hace que la enorme Marion Cotillard (la Edith Piaf de La vie en rose) aporte brillo femenino a un opus claramente cargado de testosterona.

Ahora sí, pasemos al amigo Johnny. Impecable, como siempre. No puede decirse otra cosa de este señor al que cada papel que interpreta parece haberle sido elaborado especialmente. Su Dillinger es estilizado y a la vez virulento, sin rastros de personajes anteriores, lo que indica, una vez más, que estamos ante una de esas estrellas del mainstream que bien ganado tienen su lugar en el podio de los grandes. Como Mann, como Dillinger, una tríada de las irrepetibles, esas que sólo de vez en cuando tenemos la posibilidad de disfrutar.

FREAK
Daniel Castelo.

Enemigos públicos (Public Enemies) EE.UU. 2009. 140´ Dirección Michael Mann. Guión Mann, Ronat Bennett, Ann Biderman, Bryan Burrough. Montaje Jeffrey Ford & Paul Rubell. Fotografía Dante Spinotti. Música Elliot Goldenthal. Con Johnny Depp, Christian Bale, Marion Cotillard, Billy Crudup, Stephen Graham.



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