Si tenés la suerte de vivir en un departamento japonés cercano al mar, y encontrás a orillas del mismo un Carassius Auratus (pez dorado, ó goldfish, ó como más te agrade nombrarlo) quizá tengas más suerte que nunca y te encuentres con algo parecido a Ponyo.
Ponyo forma parte de cierta extraña realeza subacuática pero -como buena hija de su madre- se harta un poco de todo el rollo marino (aún siendo una larva) y desea profundamente salir un poco de allí ó experimentar otra clase de bailes, lo mismo da. De modo que aprovecha su inusitada fortaleza para expulsarse del paraíso subterráneo donde le tocó en suerte nacer y así acabar a orillas de una playa, atrapada en un frasquito que será hallado por Sosuke, un avispado crío que advierte de inmediato lo especial de aquélla criatura y decide quedársela para siempre.
Sosuke y su “mascota” se llevan bomba y se expresan cariño a través de protección y escupitajos de agua marina hasta que una de las simpáticas viejas del geriátrico (por que la tutora -ó mamá, no queda claro- de Sosuke trabaja en un geriátrico) advierte que ése bichito con facciones antropomorfas no es otra cosa que una mala señal, por no decir directamente un mensaje de advertencia respecto a catástrofes venideras.
Sosuke hace oídos sordos y descreé dicha advertencia, hasta que un exótico ser surge del mar y se lleva a Ponyo consigo, provocando desdicha automática en nuestro amiguito, que a partir de ése momento no deseará recuperar a su amiga si no, mas bien, deseará que ella regrese. Da la impresión (para quien suscribe) que Sosuke comprende de inmediato el poder de su amiga y es por eso que no puede hacer otra cosa que aguardarla: El hábitat del niño es la tierra firme (allí sí puede acompañar y ayudar a su amiguita, como veremos en el resto del metraje) y no puede hacer mucho en el terreno submarino, allí donde Ponyo será regañada por el exótico ser que resulta ser su papá.
Ponyo encontrará la forma de escapar una vez más (con el indeclinable apoyo de sus hermanitos y hermanitas) y volverá a la superficie “sufriendo” (mentira, pues lo disfruta muchísimo) una metamorfosis extrema. Y encontrará el modo de regresar junto a aquél amigo suyo que la cobijó en un balde y le ofreció jamón para comer.
No todo es conflicto ligero. Muy por el contrario, las fuerzas submarinas se ponen más en alerta que nunca y todo el planeta (junto a su satélite natural, la señorita Luna) amenazan con sacudirse y explotar ante el supuesto desacato de Ponyo. Habrá tiempo de saber quién es quién y cuánto poder parece contener esta criaturita extremadamente freak que sufre mutaciones al beber sangre ó chupar lágrimas de bebés llorones y disfruta como una marrana comiendo sopa de fideos “Maruchán”. Convendría, para no arruinar el festín, no adelantar absolutamente nada más.
Excepto lo siguiente: La fuerza escapista (hablamos del escapismo tipo Houdini, no del escapismo que supone un entretenimiento liviano -Ponyo no lo es-) de esta simpática criatura nunca queda del todo clara, pero no por eso deja de ser mágica y monumental.
Mágico y Monumental: Dos parámetros a los cuales Hayao Miyazaki nos tiene simpáticamente acostumbrados. Todos agradecidos por ello.
Bonus Track
-En Argentina el film se exhibe en copia doblada al español y, aunque resulte poco creíble, el doblaje está muy bien. Sobre todo la canción del final.
FREAK
Daniel Celina.
Ponyo y el misterio de la sirenita (Gake no ue no Ponyo) Japón. 2008. 100´ Dirección y Guión Hayao Miyazaki. Montaje Miyazaki & Takeshi Seyama. Fotografía Atsushi Okui. Música Joe Hisaishi.


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