Pero algo más hay en el aire (norte)americano: un idioma que al pobre Alejandro le aburre, un desengaño amoroso, una sociedad extremadamente clasista, y un hedor a comida chatarra que queda impregnada en el cuerpo. La otra cara del sueño americano, o más bien su espalda (por no mencionar otra parte del cuerpo), que es la que no muestra hollywood sin las producciones más independientes.
En este sentido, Música Campesina es, simplezas e ingenuidad mediante, un gran acierto. En la parte puramente técnica y quizás artística, algunas torpezas del guión y la dirección, en cambio, tropiezan: tiempos muertos festivaleros sobran y por momentos abundan, mientras que planos y hasta escenas enteras piden a los gritos un SOS al montajista más cercano. Por fortuna, otra buena parte del metraje del film de Alberto Fuguet dedica a su tiempo a exponer choques culturales simpáticos y divertidos (aunque algunos obvios y con un dejo de revanchismo sudamericano), y para no terminar la película con una nota falsa, el director hábilmente deja sonando una canción absurda, en versión rockera, que dos pintorescos personajes componen a costa del bonachón Alejandro Tazo.
FREAK
Mariano Torres.
Música Campesina Chile/EEUU. 2010. 100` Dirección y Guión Alberto Fuguet. Con Pablo Cerda. Sección Competencia / Cine del Futuro.
Toda la cobertura del Bafici 2011 aquí
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